Perdiendo el sentido

Aqui nada es como es...

lunes, 10 de febrero de 2014

Esperar en la cola

                Si por tratarse de hacer cola, ningún país podría ganarle a Venezuela. Éste fenómeno que se ha expandido por el país cual brollo callejero, ya es de situación normal en todas las instancias pero todos ignoramos lo importante de las cosas que pasan en ellas. Hay que hacer cola para todo: para ir al super, para ir al banco, hasta para comulgar en la iglesia hay que hacer cola (claro, como no hay mucha comida nos llenamos con divinidad). Solamente al llegar a la cola exclamas esa frase que emerge desde lo mas profundo de tu ser diciendo: “MIERS, aquí vamos de nuevo”.
                Hay cosas que te dejan ver como estúpido en una cola. Ejemplo: al llegar a la cola, tú dices “¿Quién es el último en la cola?”… Pero analicemos la situación estupidin. Si tú vas llegando a la cola y te pones al final de ella ¿Quién es el último?... Te doy 5 segundos… 12345… EXACTO, TU. Y es que cuando llegas, y dices eso, no te imaginas lo estúpido que te ves preguntando y lo peor es que cuando alguien te responde que tú eres el último, te enojas.
                Una vez que ya estas instalado en la cola, pues es vital que te vayas familiarizando con la gente que se encuentra a tu alrededor. Uno de los personajes milenarios y que nunca faltan en las colas es el “Ya vengo, no me tardo”.
Ese personaje, tal como lo indica su nombre; después de pasadas ya horas, recibe una llamada o una distracción que le hace comunicarse contigo para decirte:
“disculpa, ¿me puedes guardar el puesto? Ahorita vuelvo”
a lo que tu respondes:
“Claro”
                Tú aceptas debido a que eres influenciada por el sentimentalismo colístico –sentimiento en la cola- y piensas en tu mente:
“claro, ¿Por qué no he de ayudar a mi amigo de la cola?”
                Ahora, pensemos… Una persona que acabas de conocer, que no sabes si se come los mocos o si estuvo en el golpe de 92. A esa, le dices que sí; pero tú, dejas llevarte por el sentimentalismo colístico y accedes. Te involucras tanto con esa persona que hasta la recuerdas y en tu mente tienes una pequeña película de cómo lo conociste y hasta lo angustiado que estaba por resolver su problema; y después su cara sonriente cuando accediste a ayudarlo. Pero volteas a otro lugar, y ves a ese mismo tipo que te dijo que le guardaras el puesto y él de flojo comiéndose tremenda hamburguesa; después e enojas. Ahora, analicemos la situación: persona desconocida se te acerca para hablar, te menciona sus problemas, te dice que le guardes el puesto y que ahorita viene y tú accedes. ¿POR QUÉ ACCEDES? No sabes nada de él, solamente que está en la cola contigo. No puedes enojarte porque: no te dijo a donde iba o que le había sucedido. No te dijo a que hora regresaba, te dijo “Ahorita vuelvo” pero eso no quiere decir que sea de inmediato, no es tu ahorita vuelvo, es su “ahorita vuelvo” que significa “cuando esté menos cansado, coma, me refresque y vea que te pudres de cansancio y dolor, regreso”.
                Mi consejo es:
1.       Es cierto, hay que hacer cola para todo; pero la ventaja es que si eres hombre, puedes correr con suerte y salir de la cola, con una cola.
2.       La próxima vez que pienses estúpidamente en preguntar ¿Quién es el último en la cola?... Mejor lánzate a que te pise un tren.

3.       Si te llegas a colar y te descubren… FINGE DEMENCIA Y GIRA DE UN LADO AL OTRO. A Curly le funciona para que Moe no le pegue. 

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